Nace el frente europeo por el crecimiento

No me gustan las cartas ni los manifiestos colectivos. Nunca me han gustado porque suelen levantar una polémica inicial, seguida de mucho ruido concentrado en pocos días, pero después todo se queda en una mera declaración de intenciones. En el camino, aquellos que no han firmado se sienten marginados o agraviados por el fondo o por la forma. Por muy constructivo que sea el tono de la misiva, siempre hay algo de frentismo en las cartas colectivas y reconstruir los equilibrios tiene un coste.

Por eso me sorprende que Mariano Rajoy,un jefe de Gobierno que lleva 62 días en el cargo, ponga su firma junto con otros once colegas europeos en una carta en la que no figuran ni Nicolas Sarkozy ni Angela Merkel. Después se critica al presidente por timorato cuando a mí me parece al menos audaz sumarse a esta iniciativa, habiendo asistido a un solo Consejo Europeo en el que, según me han contado, el presidente se quedó sorprendido por el tiempo que se pierde en aspectos secundarios.

De esta iniciativa por el crecimiento se viene hablando desde hace tiempo. Al menos desde septiembre del año pasado. Hay un gran número de políticos de sensibilidad democristiana y socialdemócrata -también españoles- que creen que la austeridad estricta puede matar al euro y que es necesario plantear al mismo tiempo políticas de crecimiento. Pero hay tonalidades en este discurso. Desde los socialcristianos bávaros muy amigos de la disciplina fiscal hasta los socialistas franceses o españoles que la desprecian.

La carta que se titula Un plan de crecimiento en Europa no reniega de la disciplina fiscal, pero plantea ocho puntos, algunos de los cuales suscitan fácil consenso y otros que sonarán huecos en los oídos de algunos líderes europeos.

¿Cómo le va a sonar a Merkel el punto siete que pide que se actúe «individual y colectivamente para promover el buen funcionamiento del mercado laboral»? Pues le parecerá redundante con los ajustes que Schroeder introdujo hace más de una década en su país.

¿Y qué nos podrían decir en relación con el primer punto donde se pide la profundización del mercado único, empezando por el sector servicios? Pues que España lleva años trasponiendo la directiva europea de servicios (se supone que parte importante de ese trabajo se hizo en la Ley de Economía Sostenible) sin gran éxito.

Ese trabajo legislativo fue presentado como una promesa que crearía decenas de miles de empleos que nunca supimos aprovechar porque las comunidades autónomas refunfuñaron y Zapatero les cedió el poder de decisión sobre innumerables asuntos en vez de promover un proceso de estandarización.

Uno de los puntos más interesantes es el octavo, donde se pide la constitución de un robusto sector financiero europeo con la novedad de que vuelva a ser esencialmente capitalista y desaparezcan las garantías estatales implícitas: o sea, que sus miembros puedan quebrar, arruinarse, y que los bancos sean responsables de sus actos y no los contribuyentes. Si eso se consiguiera sería revolucionario.

john.muller@elmundo.es